viernes, 29 de abril de 2011

ORACION AL BEATO JUAN PABLO II PAPA



ORACIÓN PARA IMPLORAR FAVORES

POR INTERCESIÓN DEL BEATO

JUAN PABLO II, PAPA

Oh Trinidad Santa, te damos gracias por

haber concedido a la Iglesia al Beato Juan

Pablo II y porque en él has reflejado la ternura

de tu paternidad, la gloria de la cruz

de Cristo y el esplendor del Espíritu de

amor. El, confiando totalmente en tu infinita

misericordia y en la maternal intercesión

de María, nos ha mostrado una imagen

viva de Jesús Buen Pastor, indicándonos

la santidad, alto grado de la vida cristiana

ordinaria, como camino para alcanzar la

comunión eterna contigo. Concédenos, por

su intercesión, y si es tu voluntad, la gracia

que imploramos, con la esperanza de que

sea pronto incluido en el número de tus

santos. Amén.

Con aprobación eclesiástica

AGOSTINO CARD. VALLINI

Vicario General de Su Santidad

para la Diócesis de Roma

Para comunicación de gracias:

Postulazione della Causa di Canonizzazione

del Beato Giovanni Paolo II

Piazza S. Giovanni in Laterano, 6/a - 00184 Roma

Foto Grzegorz Galazka

HOMENAJE A JUAN PABLO II EN LA PAGINA DEL VATICANO Y PAGINA OFICIAL DE LA BEATIFICACION.





Catholic.net - Novena a la Divina Misericordia

Para rezar la coronilla de la Divina Misericordia.


  




Beatificación Papa Juan Pablo II Cobertura de EWTN Red Católica Mundial





BEATIFICACION DE S.S. JUAN PABLO II Marie Simon Pierre reveló detalles inéditos del milagro que permitirá la beatificación del Papa Juan Pablo II el próximo 1 de mayo

Vaticano detalla beatificación de Juan Pablo II




OCTAVA DE PASCUA EVANGELIO DEL SABADO 30 DE ABRIL


TESTIGOS DE JESUCRISTO RESUCITADO.




Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Marcos: 16, 9-15

 
Habiendo resucitado al amanecer del primer día de la semana, Jesús se apareció primero a María Magdalena, de la que había arrojado siete demonios. Ella fue a llevar la noticia a los discípulos, los cuales estaban llorando, agobiados por la tristeza; pero cuando la oyeron decir que estaba vivo y que lo había visto, no le creyeron.

Después de esto, se apareció en otra forma a dos discípulos, que iban de camino hacia una aldea. También ellos fueron a anunciarlo a los demás; pero tampoco a ellos les creyeron.

Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no les habían creído a los que lo habían visto resucitado. Jesús les dijo entonces: "Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura".

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.



jueves, 28 de abril de 2011

OCTAVA DE PASCUA EVANGELIO DEL VIERNES 29 DE ABRIL

"ECHEN LA RED A LA DERECHA DE LA BARCA Y ENCONTRARAN PECES."





Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 21, 1-14

 
En aquel tiempo, Jesús se les apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Se les apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás (llamado el Gemelo), Natanael (el de Caná de Galilea), los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: "Voy a pescar". Ellos le respondieron: "También nosotros vamos contigo". Salieron y se embarcaron, pero aquella noche no pescaron nada.

Estaba amaneciendo, cuando Jesús se apareció en la orilla, pero los discípulos no lo reconocieron. Jesús les dijo: "Muchachos, ¿han pescado algo?". Ellos contestaron: "No". Entonces Él les dijo: "Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán peces". Así lo hicieron, y luego ya no podían jalar la red por tantos pecados.

Entonces el discípulo a quien amaba Jesús le dijo a Pedro: "Es el Señor". Tan pronto como Simón Pedro oyó decir que era el Señor, se anudó a la cintura la túnica, pues se la había quitado, y se tiró al agua. Los otros discípulos llegaron en la barca, arrastrando la red con los pescados, pues no distaban de tierra más de cien metros.

Tan pronto como saltaron a tierra,vieron unas brasas y sobre ellas un pescado y pan. Jesús les dijo: "Traigan algunos pescados de los que acaban de pescar". Entonces Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red, repleta de pescados grandes. Eran ciento cincuenta y tres, y a pesar de que eran tantos, no se rompió la red. Luego les dijo Jesús: "Vengan a almorzar". Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: `¿,Quién eres?', porque ya sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio y también el pescado.

Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de resucitar de entre los muertos.

 Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.



miércoles, 27 de abril de 2011

OCTAVA DE PASCUA EVANGELIO DEL JUEVES 28 DE ABRIL

"LA PAZ ESTE CON USTEDES"



Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Lucas: 24, 35-48



Cuando los dos discípulos regresaron de Emaús y llegaron al sitio donde estaban reunidos los apóstoles, les contaron lo que les había pasado en el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.

Mientras hablaban de esas cosas, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Ellos, desconcertados y llenos de temor, creían ver un fantasma. Pero Él les dijo: "No teman; soy yo. ¿Por qué se espantan? ¿Por qué surgen dudas en su interior? Miren mis manos y mis pies. Soy yo en persona, tóquenme y convénzanse: un fantasma no tiene ni carne ni huesos, como ven que tengo yo". Y les mostró las manos y los pies. Pero como ellos no acababan de creer de pura alegría y seguían atónitos, les dijo: "¿Tienen aquí algo de comer?". Le ofrecieron un trozo de pescado asado; Él lo tomó y se puso a comer delante de ellos.

Después les dijo: "Lo que ha sucedido es aquello de que les hablaba yo, cuando aún estaba con ustedes: que tenía que cumplirse todo lo que estaba escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos".

Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras y les dijo: "Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto".

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.



martes, 26 de abril de 2011

OCTAVA DE PASCUA EVANGELIO DEL MIERCOLES 27 DE ABRIL

LO RECONOCIERON AL PARTIR EL PAN





Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Lucas: 24, 13-35



El mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo llamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén, y comentaban todo lo que había sucedido.

Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos; pero los ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron. Él les preguntó: "¿De qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?".

Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¿Eres tú el único forastero que no sabe lo que ha sucedido estos días en Jerusalén?". Él les preguntó: "¿Qué cosa?". Ellos le respondieron: "Lo de Jesús el nazareno, que era un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo. Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que Él sería el libertador de Israel, y sin embargo, han pasado ya tres días desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron el cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido unos ángeles, que les dijeron que estaba vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las mujeres, pero a Él no lo vieron".

Entonces Jesús les dijo: "¡Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así entrara en su gloria?". Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían a Él.

Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, Él hizo como que iba más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer". Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero Él se les desapareció. Y ellos se decían el uno al otro: "¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!".

Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: "De veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón". Entonces ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Palabra del Señor.

 Gloria a ti, Señor Jesús.



lunes, 25 de abril de 2011

OCTAVA DE PASCUA EVANGELIO DEL MARTES 26 DE ABRIL

"Subo a mi Padre y su Padre, a mi Dios y su Dios".





Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 20, 11-18
 

El día de la resurrección, María se había quedado llorando junto al sepulcro de Jesús. Sin dejar de llorar, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados en el lugar donde había estado el cuerpo de Jesús, uno en la cabecera y el otro junto a los pies. Los ángeles le preguntaron: "¿Por qué estás llorando, mujer?". Ella les contestó: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo habrán puesto".

Dicho esto, miró hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. Entonces Él le dijo: "Mujer, ¿por qué estás llorando? ¿A quién buscas?". Ella, creyendo que era el jardinero, le respondió: "Señor, si tú te lo llevaste, dime dónde lo has puesto". Jesús le dijo: "¡María!". Ella se volvió y exclamó: "¡Rabuní!", que en hebreo significa 'maestro'. Jesús le dijo: "Déjame ya, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: 'Subo a mi Padre y su Padre, a mi Dios y su Dios' ".

María Magdalena se fue a ver a los discípulos para decirles que había visto al Señor y para darles su mensaje.


Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.



domingo, 24 de abril de 2011

OCTAVA DE PASCUA EVANGELIO DEL LUNES DE PASCUA 25 DE ABRIL

ENTONCES JESUS LES DIJO "NO TENGAN MIEDO..."


Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Mateo: 28, 8-15

 
Después de escuchar las palabras del ángel, las mujeres se alejaron a toda prisa del sepulcro, y llenas de temor y de gran alegría, corrieron a dar la noticia a los discípulos. Pero de repente Jesús les salió al encuentro y las saludó. Ellas se le acercaron, le abrazaron los pies y lo adoraron. Entonces les dijo Jesús: "No tengan miedo. Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me verán".

Mientras las mujeres iban de camino, algunos soldados de la guardia fueron a la ciudad y dieron parte a los sumos sacerdotes de todo lo ocurrido. Éstos se reunieron con los ancianos, y juntos acordaron dar una fuerte suma de dinero a los soldados, con estas instrucciones: "Digan: 'Durante la noche, estando nosotros dormidos, llegaron sus discípulos y se robaron el cuerpo'. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos arreglaremos con él y les evitaremos cualquier complicación".

Ellos tomaron el dinero y actuaron conforme a las instrucciones recibidas. Esta versión de los soldados se ha ido difundiendo entre los judíos hasta el día de hoy.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.



sábado, 23 de abril de 2011

RESUCITO DOMINGO DE PASCUA 24 DE ABRIL EVANGELIO SEGUN SAN JUAN

EL DEBÍA RESUCITAR DE ENTRE LOS MUERTOS.




Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 20, 1-9



El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto".

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró. En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido ti las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.



viernes, 22 de abril de 2011

EVANGELIO DE LA VIGILIA PASCUAL SABADO 23 DE ABRIL

"JESUCRISTO HA RESUCITADO"


Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Mateo: 28, 1-10 .

Transcurrido el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. De pronto se produjo un gran temblor, porque el ángel del Señor bajó del cielo y acercándose al sepulcro, hizo rodar la piedra que lo tapaba y se sentó encima de ella. Su rostro brillaba como el relámpago y sus vestiduras eran blancas como la nieve. Los guardias, atemorizados ante él, se pusieron a temblar y se quedaron como muertos. El ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: "No teman Ya sé que buscan a Jesús, el crucificado. No está aquí; ha resucitado, como lo había dicho. Vengan a ver el lugar donde lo habían puesto. Y ahora, vayan de prisa a decir a sus discípulos: 'Ha resucitado de entre los muertos e irá delante de ustedes a Galilea; allá lo verán'. Eso es todo".

Ellas se alejaron a toda prisa del sepulcro, y llenas de temor y de gran alegría, corrieron a dar la noticia a los discípulos. Pero de repente Jesús les salió al encuentro y las saludó. Ellas se le acercaron, le abrazaron los pies y lo adoraron. Entonces les dijo Jesús: "No tengan miedo. Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me verán".


Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.









jueves, 21 de abril de 2011

PASION DE NUESTRO SEÑOR SEGUN SAN JUAN VIERNES SANTO 22 DE ABRIL

"PADECIO Y DIO SU VIDA POR TODA LA HUMANIDAD."



PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN JUAN (18, 1-19, 42)


 
En aquel tiempo, Jesús fue con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí Él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos.

Entonces Judas tomó un batallón de soldados y guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos y entró en el huerto con linternas, antorchas y armas.

Jesús, sabiendo todo lo que iba a suceder, se adelantó y les dijo:

"¿A quién buscan?".

C. Le contestaron:

S. "A Jesús, el nazareno".

C. Les dijo Jesús:

"Yo soy".

C. Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles 'Yo soy', retrocedieron y cayeron a tierra. Jesús les volvió a preguntar:

"¿A quién buscan?".

C. Ellos dijeron:

S. "A Jesús, el nazareno".

C. Jesús contestó:

"Les he dicho que soy yo. Si me buscan a mí, dejen que éstos se vayan".

C. Así se cumplió lo que Jesús había dicho: "No he perdido a ninguno de los que me diste".

Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió a un criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Este criado se llamaba Maleo. Dijo entonces Jesús a Pedro:

"Mete la espada en la vaina. ¿No voy a beber el cáliz que me ha dado mi Padre?".

Llevaron a Jesús primero ante Anás

C. El batallón, su comandante y los criados de los judíos apresaron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero ante Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año. Caifás era el que había dado a los judíos este consejo: "Conviene que muera un solo hombre por el pueblo".

Simón Pedro y otro discípulo iban siguiendo a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedaba fuera, junto a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló con la portera e hizo entrar a Pedro. La portera dijo entonces a Pedro:

S. "¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?".

C. Él dijo:

S. "No lo soy".

C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose.

El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina. Jesús le contestó:

"Yo he hablado abiertamente al mundo y he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, sobre lo que les he hablado. Ellos saben lo que he dicho".

C. Apenas dijo esto, uno de los guardias le dio una bofetada a Jesús, diciéndole:

S. "¿Así contestas al sumo sacerdote?".

C. Jesús le respondió:

"Si he faltado al hablar, demuestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?".

C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, el sumo sacerdote.

¿No eres tú también uno de sus discípulos? No lo soy

C. Simón Pedro estaba de pie, calentándose, y le dijeron:

S. "¿No eres tú también uno de sus discípulos?".

C. Él lo negó diciendo:

S. "No lo soy".

C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le había cortado la oreja, le dijo:

S. "¿Qué no te vi yo con Él en el huerto?".

C. Pedro volvió a negarlo y enseguida cantó un gallo.

Mi Reino no es de este mundo

C. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era muy de mañana y ellos no entraron en el palacio para no incurrir en impureza y poder así comer la cena de Pascua. Salió entonces Pilato a donde estaban ellos y les dijo:

S. "¿De qué acusan a este hombre?".

C. Le contestaron:

S. "Si éste no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos traído".

C. Pilato les dijo:

S. "Pues llévenselo y júzguenlo según su ley".

C. Los judíos le respondieron:

S. "No estamos autorizados para dar muerte a nadie".

C. Así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir.

Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:

S. "¿Eres tú el rey de los judíos?".

C. Jesús le contestó:

"¿Eso lo preguntas por tu cuenta o te lo han dicho otros?".

C. Pilato le respondió:

S. "¿Acaso soy yo judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué es lo que has hecho?".

C. Jesús le contestó:

"Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores habrían luchado para que no cayera yo en manos de los judíos. Pero mi Reino no es de aquí".

C. Pilato le dijo:

S. "¿Conque tú eres rey?".

C. Jesús le contestó:

"Tú lo has dicho. Soy rey. Yo nací y vine al mundo para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz".

C. Pilato le dijo:

S. "¿Y qué es la verdad?".

C. Dicho esto, salió otra vez a donde estaban los judíos y les dijo:

S. "No encuentro en Él ninguna culpa. Entre ustedes es costumbre que por Pascua ponga en libertad a un preso. ¿Quieren que les suelte al rey de los judíos?".

C. Pero todos ellos gritaron: "¡No, a ése no! ¡A Barrabás!" (el tal Barrabás era un bandido).

¡Viva el rey de los judíos!

C. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza, le echaron encima un manto color púrpura y, acercándose a Él, le decían:

S. "¡Viva el rey de los judíos!".

C. Y le daban de bofetadas.

Pilato salió otra vez afuera y les dijo:

S. "Aquí lo traigo para que sepan que no encuentro en Él ninguna culpa".

C. Salió, pues, Jesús, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo:

S. "Aquí está el hombre".

C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y sus servidores, gritaron:

S. "¡Crucifícalo, crucifícalo!".

C. Pilato les dijo:

S. "Llévenselo ustedes y crucifíquenlo, porque yo no encuentro culpa en Él".

C. Los judíos le contestaron:

S. "Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado hijo de Dios".

C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más, y entrando otra vez en el pretorio, dijo a Jesús:

S. "¿De dónde eres tú?".

C. Pero Jesús no le respondió. Pilato le dijo entonces:

S. "¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?".

C. Jesús le contestó:

"No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso, el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor".

¡Fuera, fuera! Crucifícalo

C. Desde ese momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:

S."¡ Si sueltas a ése, no eres amigo del César!; porque todo el que pretende ser rey, es enemigo del César".

C. Al oír estas palabras, Pilato sacó a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman "el Enlosado" (en hebreo Gábbata). Era el día de la preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos:

S. "Aquí tienen a su rey".

C. Ellos gritaron:

S. "¡Fuera, fuera! ¡Crucifícalo!".

C. Pilato les dijo:

S. "¿A su rey voy a crucificar?".

S. Contestaron los sumos sacerdotes: "No tenemos más rey que el César".

C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.

Crucificaron a Jesús, y con El a otros dos

C. Tomaron a Jesús, y Él, cargando con la cruz, se dirigió hacia el sitio llamado "la Calavera" (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron, y con Él a otros dos, uno de cada lado, y en medio Jesús. Pilato mandó escribir un letrero y ponerlo encima de la cruz; en él estaba escrito: "Jesús el nazareno, el rey de los judíos". Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos le dijeron a Pilato:

S. "No escribas: "El rey de los judíos", sino: "Éste ha dicho: Soy rey de los judíos".

C. Pilato les contestó: "Lo escrito, escrito está".

Se repartieron mi ropa

C. Cuando crucificaron a Jesús, los soldados cogieron su ropa e hicieron cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Por eso se dijeron:

S. "No la rasguemos, sino echemos suertes para ver a quién le toca".

C. Así se cumplió lo que dice la Escritura: Se repartieron mi ropa y echaron a suerte mi túnica. Y eso hicieron los soldados.

Ahí está tu hijo-Ahí está tu madre

C. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, Maria la de Cleofás, y Maria Magdalena. Al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, Jesús dijo a su madre:

"Mujer, ahí está tu hijo".

C. Luego dijo al discípulo:

"Ahí está tu madre".

C. Y desde aquella hora el discípulo se la llevó a vivir con él.

Todo está cumplido

C. Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo:

"Tengo sed".

C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Los soldados sujetaron una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo y se la acercaron a la boca. Jesús probó el vinagre y dijo:

"Todo está cumplido".

C. E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

Aquí se arrodillan todos y se hace una breve pausa.

Inmediatamente salió sangre y agua

C. Entonces, los judíos, como era el día de la preparación de la Pascua, para que los cuerpos de los ajusticiados no se quedaran en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día muy solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y los quitaran de la cruz. Fueron los soldados, le quebraron las piernas a uno y luego al otro de los que habían sido crucificados con Él. Pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza e inmediatamente salió sangre y agua.

El que vio da testimonio de esto y su testimonio es verdadero y Él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera lo que dice la Escritura: No le quebrarán ningún hueso; y en otro lugar la Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.

Vendaron el cuerpo de Jesús y lo perfumaron

C. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que lo dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. El fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mezcla de mirra y áloe.

Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con esos aromas, según se acostumbra enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo, donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la preparación de la Pascua y el sepulcro estaba cerca, allí pusieron a Jesús.

Palabra del Señor.


Gloria a ti, Señor Jesús.